Una de las limitaciones que sufrimos la mayoría de los constructores de maracas es lo difícil que se hace conseguir la taparita, y más aún conseguirlas del mismo tamaño, forma y sonido. Por su parte, la naturaleza muchas veces nos ofrece taparas demasiado grandes como para hacer maracas o tan pequeñas que colocarle un palo sería atentar con la sonoridad y excelente brillo que éstas producen.
Lo que se me ocurrió para evitar despreciar las taparitas pequeñas fue llenarlas con semillas de capacho como cualquier maraca pero en vez de un palo le tapé el hueco, de esta forma quedaron como las maraquitas con forma de huevo que encontramos en las tiendas de música pero con el irreemplazable brillo y la sonoridad que ofrece la tapara y el capacho.
Lo fino de estas maraquitas es que caben en cualquier lugar, como en un estuche junto a una bandola, un cuatro o una guitarra, así que se pueden llevar en todo momento a todo lugar y donde se prenda la parranda no faltarán las maracas. Son perfectas como instrumento de percusión menor en conjuntos de música bailable por ejemplo, orquestas y trabajos en estudios de grabación.
Aquí te dejo algunas fotos a ver que te parecen, de dos pares que elaboré junto a otras maracas más…